AMARANTA

Rubios, pulidos senos de Amaranta,

por una lengua de lebrel limados

pórticos de limones desviados

por el canal que asciende a tu garganta.


Rojo, un puente de rizos se adelanta

e incendia tus marfiles ondulados.

Muerde, heridor, tus dientes desangrados,

y corvo, en vilo, al viento te levanta.


La soledad, dormida en la espesura

calza su pie de céfiro y desciende

del olmo alto al mar de la llanura.


Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,

y gladiadora, como un ascua impura

entre Amaranta y su amador se tiende.


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